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Elegir algo que nadie a tu alrededor comprende ni apoya.

Botones en tu cabeza que limpian tu vida. Ciencia ficción y fantasía son los géneros cinematográficos que mejor enmarcarían semejante locura. El contexto donde nadie se cuestionaría su veracidad, como yo cuando lo escuché por primera vez con ese espíritu 50 – 50.

El espíritu 50 – 50 es como yo describo a mi capacidad de creerme todo lo que me dicen y no creer en nada al mismo tiempo. Frente a semejantes declaraciones solo queda una cosa: probarlo.

Era 2019 cuando mi entusiasmo por cambiar mi realidad era mucho más grande que mis excusas para no elegir algo que no pueda costear, aunque no llegue a pagar el alquiler. Cosa que, era mi realidad en ese momento.

Recibí mi primera sesión de Barras de Access como quien sube la montaña a buscar a ese oráculo que le diga como resolver todos los misterios de su vida: con un poquito de expectativa, dirían algunos. Salí de mi sesión con espacio en mi cabeza, menos reactiva a los estímulos de la vida y al (nunca suficiente) trabajo que me inundaba la realidad a diario. Igual, no era lo que esperaba. No me salieron alas que me permitan volver planeando hacia mi casa. Pero algo cambió y necesitaba seguir explorando ese cambio.

Pagar una clase de barras era la locura más grande que se me podía ocurrir, una estupidez, si me permiten hablar así, para esa chica que no llegaba a cubrir el alquiler y la clase valía todavía más cara que el mismo. 

Tuve una discusión en casa con mi novio ¿cuál era la prioridad? ¿pagar el alquiler y seguir corriendo detrás de él? ¿o hacer algo distinto, que me permita inyectarle facilidad a esa área de la vida que no la tenía? Nunca nos pudimos poner de acuerdo, la verdad. 

Tomé mi clase de barras con mi espíritu 50 – 50. Confiada de que era lo correcto y cagada a las patas de estar pifiando fiero con semejante elección. Pero lo elegí hasta el fondo. Empapelé la ciudad con la propuesta de mis sesiones, le hice a toda mi familia, intercambié sesiones con amigas, le hice sesiones a mi novio. Cada vez que le das sesión a alguien, tus barras se activan al mismo tiempo y ambos liberan las limitaciones que tienen en común. A mi no me importaba tanto si el otro quería mejorar su vida, yo estaba muy comprometida con mejorar la mía.

Tres meses de seguir hasta el fondo con esa elección, cambiaron mi vida entera. En casa ya no discutíamos por dinero, el dinero empezó a sobrar, mi sensación y percepción de posibilidades comenzó a atraer cada vez más posibilidades a mi vida. Mi confianza en mí se incrementaba. En tres meses nuestra vida cambió tanto que hasta mi novio me agradeció por haberle llevado la contra.

Que lindo se siente, a veces, tener razón.

by Nachi Lartigue.